En el camino, la fotografía de paisaje
“If
the world is unfair or beyond our understanding, sublime places suggest it is
not surprising things should be thus. We are the playthings of the forces that
laid out the oceans and chiselled the mountains. Sublime places acknowledge
limitations that we might otherwise encounter with anxiety or anger in the
ordinary flow of events. It is not just nature that defies us. Human life is as
overwhelming, but it is the vast spaces of nature that perhaps provide us with
the finest, the most respectful reminder of all that exceeds us. If we spend
time with them, they may help us to accept more graciously the great
unfathomable events that molest our lives and will inevitably return us to
dust.”
Alain de Botton. The Art of Travel.
London: Penguin, 2002, p.178 – 179.
¿Será que por influencia de
fotógrafos como William Henry Jackson, Timothy O´Sullivan y Carleton Watkins
asumí que la fotografía de paisaje estaba inherentemente ligada al viaje o será
que efectivamente esto es cierto?
Pasan los días, cada vez que
salimos de nuestras casas emprendemos un viaje, a veces estos se vuelven tan
cotidianos que ya no los notamos, solemos creer que “salir de viaje” implica alejarnos lo más que se pueda de
nuestras casas o de los lugares por los que solemos transitar cuando en
realidad el viaje es en gran medida más lo que sucede dentro de nosotros mismos
que afuera, pues lo que importa en un viaje es tanto más el camino como la consciencia.
Conforme andamos, ya sea en la
ciudad, en el bosque, en la playa o en donde sea, frente a nosotros se
despliegan contantemente una serie paisajes, que si no estamos disponibles, nos
parecen comunes y en los que muchas veces ni siquiera nos fijamos a menos que
algo súbito: un color peculiar en el cielo o un reflejo de brillos en algún
edificio nos saque de nuestro camino cotidiano, entonces sí, nos detenemos. Es
ahí cuando el paisaje se vuelve notable y en donde también sucede el viaje.
se esta enfrentando a algo grande tanto en términos de tamaño o
espacio como en términos de lo espiritual, el paisaje se presenta inabarcable
de primera impresión y por eso nos emociona.
Es entonces reto e inspiración
porque es inamovible, lo que se despliega ante nosotros es único en sus
distintas cualidades: luz, textura, forma, color, disposición, atmósfera etc. Esta
particularidad de quietud, así como la pausa y la contemplación a la que nos
induce el paisaje hace que
e esta forma el fotógrafo debe tomar aquello tal cual le es dado y
transformarlo, debe observar lo que compone el paisaje: desde unas huellas en
la arena hasta un edificio y trazar con ello, con los elementos que le son
dados naturalmente, un camino único por el cual acceder; el paisaje debe
volverse abarcable dentro de su misma inmensidad mediante la fotografía, para
que de esta forma podamos adentrarnos y habitar como lo hace él en ese momento
y para que después se nos vuelva igualmente entrañable. Es así como
El hecho de fotografiar un
paisaje es la forma de admitir y atesorar ese momento en el que una experiencia
se enraizó en nuestra memoria y la fotografía misma es la recompensa que da el
viaje pues ésta es el hogar
de nuestras experiencias, el lugar al que van nuestros recuerdos y
María Vázquez
Rievaulx Abbey. Roger Fenton. |
Pyramid and Domes, Pyramid Lake, Nevada. Timothy O´Sullivan. |
16th St form Larimer St. William Henry Jackson. |
Summer night, Longmont. Robert Adams. |
Red interior. Joel Meyerowitz. |
The Yosemite Valley. Carleton Watkins. |
Longmont, Coloraado. Robert Adams. |
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