viernes, 11 de noviembre de 2016

Ante la severidad y el caos: Pedro Meyer y Joan Fontcuberta



"Comprendo la fotografía más como una rama de la Ontología, más que de la Estética. Me parece más interesante la cuestión de la verdad que la cuestión de la belleza."
 Joan Fontcuberta

En algún momento mientras miraba una foto de Pedro Meyer mi silueta, que se reflejaba levemente en la pantalla de la computadora, extendía de manera perfecta la línea curva de un arcoíris en la fotografía, nada más cercano a… ¿la realidad? digamos mejor “la actualidad” en la que lo que nos muestra la pantalla es tan creíble que lo demás terminan siendo meros reflejos como bien lo advierte Fred Ritchin en su libro “Después de la fotografía”. Dado este fenómeno de lo inminentemente digital y devorador notar que la importancia de la verdad y la realidad ha estado siendo sobrevalorada y pervertida al mismo tiempo es crucial para proceder si uno se dedica a odiseica labor fotográfica.

Pedro Meyer y Joan Fontcuberta son dos artistas pioneros de la fotografía contemporánea que comparten en principio de cuentas una profunda reflexión acerca de su oficio, dicha meditación ha sido tanto personal como en relación al efecto mundial que se ha presentado en torno a la fotografía en aras de una era digital y por supuesto del resultado poderoso de la alianza de lo que podríamos empezar a pensar son las herramientas más penetrantes que ha construido el ser humano.

“(…) mi trabajo es una respuesta a toda una serie de condicionantes sociopolíticos, de la situación de la comunicación y de la cultura (…)” Joan Fontcuberta

Sin duda el rumbo y efectos que ha tenido esta revolución, así como los propios contextos y las experiencias de vida de cada artista, han sido lo que ha llevado a ambos a desaprehenderse tanto de la tradicional idea de la fotografía como de la severa pero engañosa concepción de la verdad y la realidad de forma que los dos se han ocupado, con el paso de los años, de concientizarse a sí mismos de la vulnerabilidad de estos términos (tanto en la práctica como en el discurso), de ahí que su trabajo se base y nutra de esa evidente fragilidad y juegue con ella para que al final el espectador pueda darse cuenta de que efectivamente nuevas relaciones se están gestando a partir de lo digital  y lo están redefiniendo todo.

¿Cuál es el gran mérito de estos artistas? Primero su capacidad de observación: cualidad imprescindible y afilada de un buen fotógrafo, luego su gran habilidad de reflexión: sin la cual el fotógrafo sería como un caballo desbocado, después su valor: no puede, no debe haber fotógrafos con miedo, deben ser unos sin vergüenzas; por otro lado su congruencia: han respondido efectivamente con actos (obra) y propuestas a su pensamiento y búsquedas en pro de un uso no aplastante tanto de la fotografía como de lo digital y finamente su sentido del humor: el artista nunca debe dejar de jugar y para lo cual no tengo más comentario que una sonrisa y un agradecimiento. A fin de cuentas han sido auténticos visionarios que ha propuesto una reconfiguración del mundo y se han plantado como creadores de la realidad.

María Vázquez

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